15
kilómetros marcan la distancia entre la exclusión y la inclusión. El gallinero
es un asentamiento chabolista perteneciente al distrito de Villa de Vallecas y
a Valdemingomez, donde conviven aproximadamente unas 800 personas de etnia
gitano rumana, en su mayoría menores. La titularidad de este espacio es privada
y pertenece a la Junta de Compensación
del Plan de Desarrollo del nuevo barrio de Valdecarros. Este es el principal argumento
que el Ayuntamiento de Madrid utiliza para no intervenir dotándolo de los
servicios públicos básicos.
Existe
una diversidad de problemas espaciales, urbanísticos y de vivienda, sociales,
sanitarios, educativos, formativos…que afectan a las condiciones de vida de los
habitantes. Por si esto fuera poco, la falta de servicios e infraestructuras
básicas da pie a que sean frecuentes los incendios en las chabolas y que en
momentos de fuertes lluvias o de calor intenso se produzcan verdaderos
problemas de salubridad. Asimismo, conviven con ratas que muerden a bebés
mientras duermen en sus cunas, atacan a los niños mientras juegan, se cuelan en
las casas y corretean a sus anchas entre sus habitantes.
La
imagen que se tiene de este poblado es la de un asentamiento ilegal más,
peligroso, sostenido por el dinero que da el tráfico de drogas. Sin embargo,
más allá de este perfil que nos brindan habitualmente los medios de
comunicación, nos olvidamos de que lo más importante son las condiciones en las
que viven estas personas, en especial los menores, que ni siquiera están
escolarizados. Frente a esta situación es habitual ver como políticos y
autoridades importantes visitan “El gallinero” prometiendo una mejora que nunca
llega, pero que sirve para fines propagandísticos. ¿Es posible que tras ver
esto, puedan dormir tranquilos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario