domingo, 20 de mayo de 2012

¿Inmigrantes solo en la escuela pública?

La educación en España, se imparte en tres tipos de centros: públicos, concertados y privados. Según un estudio realizado por el Ministerio de Educación, la distribución del alumnado extranjero es: 82% en centros públicos, 14% en centros concertados y 3,8% en centros privados. Según estos datos, la mayoría de la población inmigrante se encuentra matriculada en las escuelas públicas, una de las razones, es porque es la que más plazas ofrece. Para que no se cree en el ámbito escolar una guetización, se ha planteado equilibrar las cuotas de inmigrantes entre las escuelas públicas y concertadas.

Lo cierto es que la población escolar inmigrante tiene una problemática especial que asume la escuela pública. La adaptación supone una serie de dificultades, como el idioma, un sistema educativo diferente, la problemática personal y social que supone un cambio de país etc. y estos pueden verse reflejadas en el rendimiento escolar general.
Algunas familias españolas ante esta “problemática” deciden que sus hijos acudan a una escuela concertada y si tienen medios a la privada. Este hecho da lugar a una situación de marginación, dado que las escuelas públicas quedarían para los inmigrantes y los españoles con menos recursos económicos. Evidentemente cualquier segregación es negativa y sobre todo esta, dado que cuando los españoles conocen y tratan con inmigrantes es en la escuela. Es importante compartir un pupitre, unos juegos, una fiesta de cumpleaños etc. Si este tiempo de conocerse no se produce, inmigrantes y españoles seguirán siendo desconocidos y normalmente de lo que se desconoce se desconfía.

La emigración es un hecho y hay que tomarla con naturalidad y normalizando la situación. Personalmente creo que conocer compañeros de diferentes culturas es enriquecedor y te hace una persona más abierta, algo necesario para desenvolverte en la vida.


¿Dejar sin tarjeta sanitaria a los extranjeros en situación irregular?

Las medidas anunciadas por el gobierno, dejarán sin tarjeta sanitaria a unos 150.000 extranjeros en situación irregular en el plazo de dos años.
La justificación sería: “quien cotiza, tiene derecho a la prestación”. Así explicado, parece razonable. ¿Pero moralmente es admisible? Detrás de un extranjero ilegal, hay una vida pasada que desconocemos, por eso no deberíamos juzgar tan a la ligera, pues seguramente nadie querría estar en situación irregular, en un país que no es el suyo, con todas las desventajas que eso conlleva. Es de suponer, que existen razones de peso, para estar en esta situación.
Es terrible tener que negar a un enfermo crónico su medicina, o no practicarle una intervención necesaria para controlar su enfermedad. Por otro lado, si no se atiende a esta población, existe el riesgo de que por falta de asistencia médica, enfermedades contagiosas queden sin control, lo que sería una irresponsabilidad por parte del gobierno, al hacer peligrar la salud del resto de la población.
Curiosamente esta medida no se ha tomado cuando la economía parecía ir bien, cuando todos conocíamos situaciones en las que se abusaba del trabajo de estos extranjeros en situación irregular. Ahora, en tiempos de crisis, parece que hay que sacar a relucir la legalidad, ¿y por qué antes no?

Buscar un futuro fuera de España es una opción pero no una garantía:

Tras la lectura del reportaje “Atrapados en el norte” (El País, 11.02.12) en el que se relatan las vivencias de españoles que buscaban trabajo en Noruega, uno se da cuenta de cómo el desconocimiento del país al que se quiere emigrar, puede tener consecuencias negativas.
Se entiende que es la desesperación, el no ver una salida en tu país, lo que puede llevarte a tener una visión demasiado positiva del lugar al que quieres emigrar. Pero desconocer aspectos como el idioma, el coste de alojamiento, de comida, incluso desconocer a qué clima vamos a enfrentarnos, nos puede llevar al desastre, necesitar los servicios de asistencia social, o incluso terminar en la calle. Si pretendemos emigrar a un país, atraídos por sus elevados salarios, hemos de pensar que el coste de la vida será también alto.
Es verdad, que la opinión de personas cercanas que están allí o programas de televisión sobre españoles que viven en otros países nos pueden ayudar, pero hay que tener en cuenta que estas personas, a menudo, ya pasaron el periodo de búsqueda de trabajo y de adaptación, lo que nos cuentan, aunque nos anime, puede no responder a la situación con la que nos encontraremos como recién llegados. Por esto, antes de dejar nuestro país, es importante acudir a organismos oficiales, para que nos informen y nos asesoren.
Hoy en día, la emigración exige además de una formación, el conocimiento del idioma para poder optar a un puesto de trabajo. Una reflexión que debiéramos hacernos, es la importancia de conocer otras lenguas, fundamentalmente el inglés. Cualquier situación que nos obligue salir de nuestro país, implica desenvolverse en otro idioma, es entonces cuando uno se da cuenta, del tiempo desaprovechado en el aprendizaje del inglés a lo largo de nuestra formación obligatoria.

Primera emigración española en Alemania:

Entre 1962 y 1977, gracias al acuerdo hispano-alemán, fueron contratados 377.561 españoles en Alemania. En la actualidad unos 100.000 españoles siguen residiendo en este país, una buena parte de ellos ha pasado allí entre 25 y 30 años, casi  la mitad de su vida.
A pesar de que aquella emigración llegaba con un contrato laboral, por lo tanto con trabajo asegurado, la vida de estos emigrantes no ha sido fácil. Al desarraigo, había que sumar el desconocimiento del idioma, de las costumbres y de la cultura del país de acogida, además de la adaptación a un clima extremo, para muchos, tan diferente del clima mediterráneo al que estaban acostumbrados. No sólo se encontraban en un entorno extraño, sino que ellos mismos se sentían diferentes en esa nueva sociedad: su forma de ver la vida, su forma de pensar, su forma de ser, incluso su físico era diferente.
En los primeros años muchos de estos emigrantes sufrieron la desestructuración familiar: el padre vivía y trabajaba en Alemania mientras que la madre y los hijos seguían viviendo en España. Con el tiempo las familias se pudieron ir reagrupando en el nuevo país. La meta era trabajar unos años en Alemania, ahorrar y retornar a España.
Lo cierto es que para la mayoría, unos cuantos años se han convertido en treinta y sólo han podido regresar al jubilarse.
El emigrante se mueve dentro de una gran controversia, por un lado no quiere perder sus raíces, pero por otro lado, ve la necesidad de adaptarse al país de acogida. Tampoco les ha sido fácil disfrutar del presente ya que se movían entre el pasado que dejaron atrás y el futuro mejor al que aspiraban.
Finalmente cuando llega el momento de retornar y disfrutar del esfuerzo de tantos años fuera de su país, muchos  emigrantes ven que si vuelven a España lo harán solos, ya que sus hijos han echado raíces en Alemania y no les acompañarán. Y como algunos dicen: “Dejamos familia y amigos cuando nos vinimos, y volvemos a dejar familia y amigos cuando nos vamos. Nos sentimos extranjeros en Alemania y a veces nos sentimos extraños en nuestro país”.


Trabajo social e inmigración


En esta entrada voy a relacionar el Trabajo Social (al fin y al cabo, por lo que estamos haciendo este blog) con la Inmigración, el tema principal de este. Me gustaría dar una visión general pero clara de cuál es su relación, desde donde trabajamos con este colectivo y algunos consejos que puedan hacer la relación profesional un poco más sencilla.
La relación entre ambos conceptos es clara: el trabajo social pretende defender los derechos del individuo y dotarle de herramientas que le permitan protegerlos. En muchas ocasiones, los derechos de los inmigrantes no son respetados, y es entonces cuando el trabajo social entra en acción para evitar los abusos a este colectivo. Ademas, el Trabajo Social ha de intentar mejorar las condiciones de vida de los seres humanos, y debido a que la población inmigrante llega, en muchas ocasiones, con unas condiciones un tanto deterioradas, este es un campo de trabajo de aquel.
Para ello, el Trabajador Social ha de tener en cuenta que él ve las cosas desde un punto de vista distinto, con una cultura distinta y por lo tanto, una manera de ver la vida diferente de la que tiene la persona que se encuentra frente a él. Hay que respetar la cultura del individuo, sin imponer nuestro modelo social, siempre que no estén en peligro los derechos de otros, como puedan ser niños o terceras personas que se vean afectadas por ello.

 A esto hay que añadir los métodos, técnicas y reglas del Trabajo Social individualizado, que definen  la relación profesional con cualquier individuo. La exposición ha sido breve y quizás insuficiente para realizar una intervención, pero espero que de al lector una imagen general de la relacion entre ambos conceptos.

Mitos y realidades de la población china


No hay ninguna población inmigrante que tantos mitos haya generado a lo largo de los años como los chinos, de ellos se ha dicho que no pagan impuestos, que en sus restaurantes la carne es de perro, que hay una mafia que les pone las tiendas a cambio de que trabajen de sol a sol.. Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto? ¿de donde salen todos estos mitos? ¿no envejecen? Con esta entrada me propongo dar una explicación a todos estas afirmaciones.
Si queremos desmontar el primer mito, sólo tenemos que mirar el artículo 8 de la ley de IRPF para comprender que el pago de impuestos no depende de la nacionalidad del contribuyente, sino de su residencia. Si bien es cierto que el mito puede venir del hecho de que al ser autónomos en su mayoría, es probable que declaren al fisco menos de lo que en realidad venden, sobretodo porque no suelen dar ticket ni factura de compra en sus tiendas.
¿Hay en sus restarurantes carne de perro? Es uno de los mitos mas arraigados, algo que es imposible puesto que todos los restaurantes están sometidos a inspecciones de sanidad y calidad, y en España está prohibido comer carne de perro. La raíz de este mito es que en China las personas más pudientes comen este tipo de carne.
¿Hay una mafia que les pone las tiendas? En la mayoría de los casos no. Los chinos son una población que suele instalarse en países donde tienen familiares que les puedan prestar dinero para comezar a financiar su negocio, el cual mantienen gracias a su concepto de ahorro y trabajo. 

La conclusión a sacar de todo esto es que el boca a boca nos ha creado una imagen de este colectivo que está muy lejos de la realidad, y que deberíamos acercarnos más a ellos para deshacer esta imagen por nosotros mismos. 

¿Educación empobrecida por estudiantes inmigrantes?


Según los datos de la CIS, un 49% de los españoles creen que la población inmigrante reduce el nivel educativo de las escuelas. ¿Es esto cierto?

Aunque esto suene a algún tipo de discriminación, ciertamente, la población inmigrante baja el nivel educativo en las escuelas, pero esto no quiere decir que propicie que la calidad de la enseñanza se reduzca, sino que sólo afecta al promedio de la escuela.

El fracaso escolar viene afecta tanto a las personas extranjeras como a las origen español. Es el nivel educativo de los padres y el estatus socioeconómico el que determina el resultado escolar.

No es lo mismo llegar a un país e introducirte en una institución escolar a principio que a mitad de curso. Además, puede que ni siquiera seas conocedor de dicha lengua, de una forma fluida, y sea por ello que se dificulte la enseñanza.

Por lo tanto, ¿Cuál es el verdadero problema con este sector? La paciencia que con ellos se tiene. Es cierto que, por dichos factores, el promedio de resultados de la escuela se van a ver afectados, pero por ello no se ha de pensar que se les tiene que excluir. Son los propios profesores los que afirman que prefieren no tener más de un 30% del alumnado extranjero, ya que si no la fluidez de la clase se verá afectada por dichos individuos.

Es cierto que el nivel baja, pero no la calidad. ¿El problema? No nos esforzamos por quien no puede entendernos, sino por los que no quieren.